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Adrià Ceballos: Cómo una amarga auto-exclusión llega cargada de ilusión.

He querido que pasaran siete días antes de publicar este artículo para que la fase aguda emocional se pudiera ver desde una distancia relativa. Además, queria que Adri lo viera antes de publicarlo. Al fin y al cabo no solo habla de atletismo, sino también de como una persona se enfreta a los problemas que este a veces presenta.

Un comienzo prometedor para la temporada de Cross.

Este año estábamos mejor que nunca, Adrià Ceballos había hecho sus mejores entrenos. Con nuestros limitados recursos, al menos hasta el momento, habíamos testeado un estado de forma sin igual hasta el momento.

A la par, gracias a la doctora Lidia Carpio, los problemas con el hierro se iban mitigando. Es verdad que algo no cuadraba como tocaba. El hierro subía adecuadamente, aunque el hematocrito no lo hacía paralelamente como debiera hacerlo. A su vez, tampoco ni la frecuencia cardiaca ni las concentraciones de lactato, encajaban con ese aumento férrico y hemoglobínico. Ahora sabemos que ello era debido a que estos eran simples síntomas de algo más complejo que se subyacía ahí abajo en su oscuridad fisiológica.

La búsqueda constante de la excelencia física de Adrià Ceballos.

Menos mal que la búsqueda constante de una mejoría eterna de toda la gente que nos rodea, y obviamente incluidos nosotros mismos, hizo que, ante estas incongruencias, siguiéramos cuestionándonos si teníamos el mapa completo de nuestro problema. Al final dimos con el problema real que producía toda esta compleja sintomatología. Con ello también encontramos la solución.

Encontrar el origen tuvo una doble respuesta emocional. Por una lado, alivio y esperanza a medio plazo. Al saber cuál era el problema, sabíamos cómo solucionarlo. No obstante, ello era a medio plazo, porque a corto teníamos que gestionar una temporada invernal de cros, con un Europeo sub’23 de fondo. Tarea nada fácil conociendo de primera mano el nivel de los fondistas españoles.

El desafío de los entrenadores de provincia.

Particularmente, esta situación también me llevo a esbozar, entre preocupación y preocupación por como planificar esta parte de la temporada, una leve sonrisa de todos aquellos que nos habían cuestionado por querer mediar y cuantificar la mayor parte de nuestro trabajo. Que fácil es trabajar con la seguridad que, si un problema llega con un atleta, fácilmente podrá ser sustituido por otro que no lo presente.

Pero este no es el contexto en el que los entrenadores de provincias nos movemos. Aquí, cuando llega un atleta algo talentoso y con ganas de querer destacar, es un hecho tan escaso, que de debajo las piedras tenemos que buscar el cómo hacerlo posible. Hecho que, a mi modo de ver, liquida la dialéctica de quien es mejor entrenador, si aquel que tiene a los mejores atletas o aquel que de poco saca mucho, aunque no sean ni por número ni por resultados los mejores. Pero este es otro tema.

Adrià Ceballos en el Cros de Atapuerca.

Con todo ello llegamos al cros de Atapuerca. Como hemos dicho llegamos muy en forma y muy esperanzados. Además, a este cros íbamos 14 atletas del SISUteam, con lo cual el apoyo emocional en tierra extraña estaba más que garantizado. Por ir, por primera vez asistía con mi mujer y mis dos enanos.

Todo iba bien, o al menos eso parecía. El hierro bien y los entrenos magníficos. Es verdad que algo pasaba en los entrenos de intensidad. Incluso algo más que otras veces. Pero bueno, Adrià Ceballos siempre ha tenido problemas con los entrenos intensivos y los picos de forma, así que no le dimos más importancia. Error, era otro síntoma, para que lo sepan los que critican el seguimiento cuantificado de los deportistas, error que era una clave para entender muchas cosas.

El día no acompaño. Mucho frio, lluvia y viento. La noche anterior tampoco. Adrià Ceballos apenas pudo comer. Lo de desayunar ya ni lo intentó. Otro síntoma, otro error por no tenerlo en cuenta, lo atribuimos a los nervios. La navaja de ockham aquí se equivocó.

Corrió bien. Tercer español sub’23 en meta a la par de tener a tiro de piedra los mejores corredores senior en el considerado mejor cros del mundo. Carrera inteligente. De menos más. En la meta me dijo que podía haber corrido una vuelta más al mismo ritmo. Otro síntoma. Me lo confirmo el estudio de su track y el análisis de su frecuencia cardíaca. Plana, muy plana, de principio a fin, con una media constante de 177 pulsaciones por minuto.

Competición en Soria y el reto del segundo Europeo de Cross para Adrià Ceballos.

Con la idea de que Adrián Ceballos corre mejor a ritmo, y visto el desenlace de la final del 10.000ml del Europeo sub’23 del verano pasado (otro síntoma que erróneamente atribuimos a su hematocrito anémico) planificamos como correr el Cros de Soria. Prueba, además, clasificatoria para el Europeo de Cros de Diciembre.

Empezamos planificando el descanso. A Atapuerca apenas descansamos, para Soria lo íbamos a hacer. El descalabro en el resultado en parte vino por aquí. Por otro lado, estudiamos la frecuencia cardiaca de sus entrenos, Sabíamos que entre 170-175 durante los 4 primeros km y entre 175 y 180 los últimos tres estábamos en un ritmo de carrera en el que éramos muy competitivos y no forzábamos en demasía. Este control, el análisis de Atapuerca, sumado al descanso nos daba un montón de esperanzas de un buen resultado.

La liamos. La fisiología de Adrià Ceballos no atiende a parámetros normales. O al menos hasta que arreglemos el problemilla que tenemos entre manos. Resulta que su problema, a parte, de todo lo anterior se relaciona fatal con el estrés, la intensidad y el sistema simpático. Además, si el cuerpo está descansado y puedo alcanzar mayores niveles de intensidad, la respuesta de “freno” parasimpático, es mayor. Toda una gran ventaja, irónicamente para los terraplanistas de los datos, para las pruebas de atletismo de alto nivel.

Adri lo paso fatal. Intentar correr cuando tu cuerpo se quiere desconectar es muy complicado. Salió rápido, mirando el pulsómetro. Él forzaba, su cuerpo frenaba. El pulso no subía, Adri forzaba más. Al final su sistema colapso. Kilómetro y medio en plan zombi. Al menos hasta que su sistema se relajó y determino que la intensidad era adecuada. Un proceder muy parecido a esa final del 10.000ml del europeo, aunque ahí fueron solo 400m. Finalmente 8º. Un gran puesto, insuficiente para asegurar una clasificación para el Europeo, pero no definitiva para desestimarla.

Desentrañando la limitación competitiva de Adrián Ceballos.

¿Qué hacemos? Hay que ir al Cross de Alcobendas. Si hay una posibilidad de clasificación para por ahí. A su vez, aprovecho para hablar con médicos, fisiólogos y cualquiera que pudiera darme pistas de como entrenar a Adri en estas circunstancias.

Hablamos. Me preocupa como entrenarle de Alcobendas al Europeo si se clasifica. No lo veo claro. A él le cuesta recuperarse de Soria. Su paseo zombi le ha dejado algo tocado. Vamos a entrenar a muy baja intensidad toda la semana. Adri tiene un esquema de trabajo flexible, Iremos por sensaciones.

Descubrimos la relación que tiene cierto grado de intensidad como desencadenante del bloqueo parasimpático. Bueno, a duras penas lo entiendo, pero todo encaja con lo que Adrià Ceballos siente en competiciones y entrenamientos intensos.

Aferrándonos a su inteligencia competitiva para Alcobendas.

Para Alcobendas la estrategia cambia. “Sal a disfrutar. Corre cómodo. No fuerces. Lo más rápido que puedas sin que notes ese estrés que desencadena el bloqueo.” Hemos hecho un gran esfuerzo para recordar que sensaciones son las que desencadenan esa respuesta. Esperábamos que funcionará.

Y funcionó. Adrià Ceballos corrió bien. Sin ir al límite. Disfrutando de su estado de forma excepcional. No obstante, los problemas están. Un dolor persistente en el estómago que no le abandono desde Soria, le produjo una contractura en lumbares y abdominales le recordó dolorosamente la necesidad de priorizar la salud.

Llego a meta. Primer sub’23. Contento, satisfecho, pero consciente que hay que parar. Hay que recuperar la salud. Tenemos una evidencia cercana de cómo se puede complicar su situación.

Una autoexclusión que abre la puerta a la ilusió.

Había tomado la decisión antes de correr, para que el resultado no interfiriera en el que hacer correcto. Cuesta renunciar a la posibilidad de un Europeo de Cros, pero esto es solo una emoción. Eso sí, un momento de perdida que puede abrir un futuro apasionante.

Desconociendo si iba a ser seleccionado después de su primer puesto en el Cros Internacional de Alcobendas, comunica a la RFEA su autodescarte para la selección.

Me llama para comentármelo. Ningún problema. Todos lo tenemos claro. El lunes siguiente, a lo más tardar, empezamos a arreglar el problema. En eso estamos ahora.

Contento, se ha autoexcluido habiendo ganado. Un crack. Cierro la tele, el ordenador y me marcho a jugar con mis hijos. Me marcho tranquilo, pero, no obstante, noto un cierto sabor amargo. Ahí abajo, debajo de toda lógica, raciocinio o sentido común. Imagino que es por ser entrenador de pueblo. De esos que tienen pocas posibilidades de tener a un atleta en la selección española.

Pero bueno, la vida es así, al menos hasta que sepamos hacer las cosas mejor.