No me importa que te ganen, me importa que pierdas.

Vivimos en una sociedad en donde ganar es lo más importante. Ser más felices, guapos, capaces o empoderados que los demás. Bueno al menos parecer, para envidia comentario o like de otros, que somos unos triunfadores de la vida.

Una sociedad tan maquillada que el perdedor es simplemente una persona normal, que tiene sus momentos buenos o malos, que compra su ropa en rebajas o que disfruta de unas vacaciones acorde a lo que su sueldo y esfuerzo le permite.

Desearte que seas tan ganador como lo pareces en las redes sociales.

Dia tras días vemos montones de muestras, en las redes sociales, de personas esforzándose en demostrar que son ganadores de la vida. Totalmente felices de acuerdo con los cánones imperantes en no sé qué manual de la vida celofán.

Tanto es así que, frecuente, mi deseo para con ellos, el día de su cumpleaños o en el año nuevo, es que sean tan felices, o ganadores, como parece que lo son en sus redes sociales.

Debe de ser muy duro salir del metaverso y vivir la vida real de alguna de estas personas. No me extraña que algunos no tengan vida más allá de los filtros del tiktok e instagram o de una auto-contruida burbuja en donde, los criterios de éxito quedan delimitados por sus propias capacidades.

Verse con el simple filtro del propio esfuerzo, capacidad y duro trabajo debe de ser un trauma insalvable para muchos meta-ganadores de la vida.

Aprender a que te ganen y no a que pierdas.

Vivimos en un mundo tan falseado de victorias y momentos felices que hemos olvidado el verdadero significado de vencer.

Vencer no es ganar a los demás. Mucho menos es parecer que eras más capaz que otros que no tienen ni tú mismo talento, dedicación o simplemente grado de maduración. Vencer no es conseguir aplausos, likes o recompensas externas y cortoplacistas de personas no versadas o con necesidades reciprocas. Vencer no es buscar atajos, vestirlos con tus mismos colores, y enarbolarlos como méritos propios. Eso es solo parecer. Jamás será vencer, o al menos más allá de filtros o pantallas de colores.

Vencer es salir ahí afuera, darlo todo, rendir más allá de tus límites y puede, que incluso, ser relegado por 3 o 4 de tus rivales. Vencer es empujar a tus competidores más allá de sus propias capacidades para que puedan superarte. Vencer es buscar a tus iguales y enfrentarse a ellos a sabiendas que sus habilidades son, como mínimo, igual que las tuyas. Vencer es superarse a uno mismo, no en lo fácil, sino en aquello que tus propios demonios representan.

Perder es todo lo contrario. Perder es que tu desempeño no alcance tus habilidades o potencial. Perder es salir derrotado por tu actitud, disposición o miedo a no ser aplaudido..

Construyamos, a través del deporte, a atletas que solo puedan sean derrotados.

El deporte es una de las grandes, y pocas, herramientas que tiene nuestra sociedad para forman a jóvenes que sean capaces de entender, y procesar, el correcto significado del verbo vencer.

Enseñar a nuestros atletas que lo importante no es que ganen o pierdan medallas, que lo importante cómo se obtengan estos triunfos y derrotas.

Hay derrotas que son auténticas victorias, y medallas que solo son odas a colosales fracasos.

Así el deportista que se supera y cae derrotado debe percibirse como un ganador. Sin filtros, excusas y justificaciones que lo único que pretenden es obtener vítores y halagos socialmente reconocibles. Ganar una competición no es algo que dependa exclusivamente de nosotros mismos, también depende del talento y competencias de los demás rivales. En cambio, superarse a uno mismo, sí que es algo de total incumbencia propia, Ese debe de ser el criterio de éxito reflexionado en privado.

Deportistas que rinden por debajo de sus posibilidades, o erran en su desempeño por falta de motivación, concentración o entrenamiento, sí que son atletas derrotados. Aun cuando estos hayan obtenido premios, medallas e incluso mejores marcas mediáticamente aplaudidas.

Fomentemos la costumbre de la redención a través del aprendizaje.

No obstante, si de la derrota nace un aprendizaje, nace un camino, idea o motivación que pueda servir como mejoría esta, aunque sea propia, puede convertirse en victoria.

Esta es el segundo principio de la victoria que un entrenador debiera enseñar a sus atletas. Enseñanza que solo puede ser instruida si este ha vencido previamente a sus propios miedos o demonios.

Enseñemos a nuestros atletas a disfrutar de sus pequeños éxitos, mejoría o simples momentos de felicidad con sus compañeros de entrenamiento. Enseñémosles que se puede ganar siendo el último clasificado si el camino hasta llegar a meta le ha hecho mejorar como persona. 

Una respuesta para reflexionar y ver el mundo de una manera diferente.

Cuando yo era poco más que un crío, le pregunte a un amigo de mi padre, de esos forrados y con muchos ceros en su cuenta y  nomina mensual,

–¿Por qué conduces un coche hecho un desastre, llenos de bollos y algún que otro agujero en la chapa?

–«Porque puedo» . Fue su respuesta.

Me dejo muy confuso. –«Pero si puede comprarse el coche que quiera» .Me quede pensando y desorientado.

35 años después creo que ya he entendido lo que quería decirme con ese tono y mirada burlona típicamente suya.  Esa misma mirada que se me pone ahora a mí cuando veo los esfuerzos de muchos por comprarse un cochazo de auténtico lujo.